Es muy frecuente que las disciplina marciales en la actualidad no gocen de la reputación de otras disciplinas físicas. Sin embargo, parece que han encontrado en nuestro tiempo contemporáneo su derecho de permanencia en la adaptación al mundo de los deportes.
Es difícil encontrar hoy en día artes marciales (AAMM) que se hayan mantenido fieles en espíritu y no se hayan transformado en pos de un entorno en el cual deban encajar sin ser el suyo. Mientras artes marciales como el Judo, Kárate, Taekwondo están adaptando constantemente su reglamento y técnicas permitidas, condicionando así su practica, otras intentan mantenerse estables como por ejemplo el aikido y jiujitsu tradicional japonés (en cuanto a artes marciales japonesas se refiere). Sin embargo su difusión global, lejos de hacerlas más estables, las expone a constantes influencias externas que atacan a sus bases y fundamentos. Esto pone en peligro esa estabilidad de la que solían gozar en su tierra de origen en sus inicios. Le pasó al Judo, le pasó al Kárate y al Taekwondo, y por supuesto podría pasarle con el tiempo al Aikido y al Jiujitsu.
Parece que la mecánica de la globalización y práctica en masa de una disciplina, la hace susceptible al cambio de esencia. Es como una inevitable evolución en el más puro sentido Darwiniano. (Debemos recordar que el cambio evolutivo no corresponde a lo mejor, si no a lo más útil en ese momento para la supervivencia) Si lo más útil en este momento es un objetivo lúdico y económico, entra dentro de los parámetros aceptables que las artes marciales tengan que transformarse en deportes para prevalecer. En el deporte está el entretenimiento del espectador y los beneficios empresariales de la explotación comercial de dicho sector.
Sin embargo, aunque parece que ya se resolvió el tema de la supervivencia, ¿se sobrevive si se cambia de esencia?¿Ese cambio no respondería más bien a la creación de algo nuevo y a la muerte de lo viejo? Al igual que muchos muebles están hechos de madera, no por eso los llamamos árboles, sino más bien mesa o silla. ¿Cuánto se puede cambiar la forma de una disciplina para decir que todavía no ha muerto su esencia? En estos terrenos pantanosos y grises se mueve el mundo de las AAMM que han sido o están siendo adaptadas al deporte. Es como poco un tema a reflexionar. Con ello no quiero crear la falsa expectativa de que el mundo del deporte es peor que el de las AAMM “puras”. No se trata de que hagamos un juicio de valor. Los deportes tienen claros sus objetivos desde la creación de sus distintas disciplinas. Sin embargo, parece que hoy en día no está claro cual es el objetivo que debe cumplir un arte marcial para ser considerada como tal. Cada vez se tiende a consensuar más que debe ser una disciplina deportiva de competición, y menos que pertenezca a un ámbito diferente. Esto condiciona su esencia al definirla directamente de esta manera. ¿Cómo van a entender las personas qué es un arte marcial, si su propia definición incluye casi de forma única y exclusiva algo tan nuevo como su versión deportiva? Ésta no es nada desdeñable. Tiene una gran fuerza, al llegar a un gran número de personas. Por ser un espectáculo, no sólo gusta a las personas que lo practican sino también a las que les gusta el show del evento deportivo y nunca lo practicarían.
Parece que poco se puede hacer contra la maquinaria comercial del mundo del deporte, el cual mueve cientos de miles de millones de euros al año. Tiene patrocinadores deportivos y miles de millones de seguidores. Toda la población mundial sucumbe ante el entretenimiento y práctica que oferta. ¿Puede ser tan fuerte la esencia de un arte marcial que quede intacta ante la fuerza de atracción que tiene el mundo deportivo? Nada escapa a la fuerza de atracción de un agujero negro. Es la totalidad frente a la particularidad. Siempre el interés de la mayoría pesa más que el de una minoría sin poder. En cuanto un arte marcial acepta entrar dentro del mundo del deporte no puede escapar a esa fuerza de atracción.
No han sido pocos los intentos de adaptar el Krav-Magá al mundo deportivo (la cuadratura del círculo). No en vano vemos al Krav-Magá en innumerables federaciones deportivas como una disciplina asociada. Cosa incomprensible (al igual que con el Aikido), ya que no dispone de una versión deportiva en la cual se compita. Su pertenencia a estas entidades deportivas, parece que únicamente responde a un interés de mantenimiento económico de las mismas federaciones. El Krav-Magá tendría menos beneficios que el resto de sus disciplinas compañeras de la federación deportiva (las cuales sí tienen competiciones. Debemos recordar que no es gratuita la pertenencia a dichas federaciones. Los practicantes pagan una licencia federativa anual más infinidad de tasas como colegiación, licencia de club deportivo y un extenso etcétera, las cuales tienen sentido si detrás hay una infraestructura que justifique dicho gasto, como son las competiciones deportivas).
Tal vez uno de los mayores retos a los que se enfrentan las AAMM es tener que demostrar que no son un espejismo ilusorio del tiempo en el que les ha tocado vivir. Demostrar que tienen una esencia atemporal y una identidad propia. Esto no es una tarea sencilla. Requiere de un esfuerzo continuo y de una lucha constante frente a enemigos invisibles o disfrazados de amigos. Pero ¿No se trata de eso ser artista marcial? ¿No se trata de que las artes marciales nos den el temple necesario para convertirnos en guerreros tanto real como metafóricamente? Es uno de los bonitos objetivos que han de tener las artes marciales. Además de ser completamente atemporales ¿Qué podría haber más útil hoy en día que la actitud de lucha frente a las adversidades sean del tipo que sean? Autoconfianza, autoestima, no son palabras menores. Son algo por lo que vale la pena el esfuerzo. ¿No es así?
Valores que también podemos ver en el mundo del deporte. Pero ¿están en el mundo del deporte de manera implícita? ¿O por el contrario necesitan de disciplinas complementarias que les den esas cualidades para incorporarlas a su mundo y lo haga más eficiente? A veces es difícil ver la esencia de las cosas y sobre todo cuando es una esencia multifactorial. Por todos es sabido de la creación de nuevas profesiones relacionadas con el deporte como psicólogo deportivo, asesor, coach, por no decir disciplinas informáticas que crean todo tipo de programas de soporte a la eficiencia de cada deporte. Son figuras que emanan de otras disciplinas para implementarse en el mundo del deporte para hacerlo más eficiente. Otra vez vemos ese poder de atracción reservado a los agujeros negros. El deporte engulle y se alimenta de todo tipo de disciplinas. Todos pueden comer de ese pastel. Trabajo seguro sin importar la disciplina deportiva con la que se trabaje. El deporte es una maquina bien engrasada y funcionando a todo tren. Sabe buscar los recursos que necesita para echar leña a su caldera y así ir a toda marcha. Una locomotora imparable.
El deporte es admirable, pero no deja de necesitar la ayuda de sus múltiples adquisiciones para mantener su nivel. Es una naturaleza interdependiente. Sin embargo las AAMM no lo son (o no deben serlo). Su objetivo no es el espectáculo. No necesitan mostrar a un gran público sus hazañas (humildad). No necesitan demostrar a nadie su valía. Es una experiencia personal que solamente podemos descubrir a través de la práctica diaria. No necesita de otras disciplinas que la complementen. Sus principios rectores son creados por y para las personas, teniendo en cuenta su propia naturaleza. Los límites a los que somete a las personas son límites personales no generales. Nacen de la necesidad de un individualismo en un mundo donde la persona queda diluida por el colectivo. No habla de grandes batallas entre grandes ejércitos. Habla de la lucha interior y exterior a la que se va enfrentar cada persona de forma individual, no en grupo. Mira hacia el interior de cada uno de nosotros y nos conecta con nuestra naturaleza humana haciendo visible su dualidad, dándonos la posibilidad de mejorarnos cada día.
La esencia del Krav-Magá viene anclada en todos estos principios de las artes marciales. Surge de la necesidad de un pueblo, marcado por la necesidad de prevalecer frente a la barbarie por pertenecer a un colectivo salvajemente perseguido. Surge de la necesidad de reafirmación al derecho de la vida como individuo y a su dignidad. Se mire donde se mire, cuando algo similar ha sucedido se ha creado una disciplina que ha ayudado a las personas a prevalecer como individuos. Los orígenes del Kárate, del aikido o del judo (aunque este en menor grado) no distan de un escenario diferente al del Krav-Magá. Puede que una de las diferencias entre el Krav-Magá y el resto de disciplinas marciales es que nunca fue prohibida su práctica y ésta gozó de total libertad para su desarrollo por parte del fundador (aunque sí tuvo detractores y personas que intentaron boicotearlo).
Sea como sea, la verdadera batalla de las AAMM hoy en día no se produce en el campo de batalla habitual. Únicamente las artes marciales fuertes de esencia no sucumben a la adaptación y evolución de éstas, en una esencia adaptada a un objetivo muy distante de su objetivo esencial. No hay peor muerte que la perdida de identidad. Es una muerte en vida. Si algo ha de morir que lo haga con toda su esencia y porque ya no es útil. Como defiende el Hagakure de Yamamoto Tsunetomo, » el camino del samurái reside en morir». Los que intentan vivir a cualquier precio no han entendido la esencia del guerrero ni la virtud del honor.
Tal vez, el verdadero reto del Krav-Magá de este siglo sea volver a la lucha bíblica de David contra Goliat, que de eso sabe mucho el Krav-Magá. Desde su creación, este ha sido el espíritu. Ha tenido que enfrentarse a enemigos siempre mucho más grandes y poderosos que él pero ha salido victorioso. Si estamos destinados a prevalecer con nuestro esfuerzo, sólo el tiempo lo dirá. Pero si un día el Krav-Magá acaba muriendo, ha de ser con la esencia intacta y la cabeza bien alta de haber muerto como un samurái, como un guerrero: «En la lucha». Y así ganarse la eternidad.
Todos bajo el mismo sol pero con distinto karma.
Rubén Martínez Ramón (7-Enero-2020)